19 de enero de 2013

La carta perdida

Seamos honestos. Nadie dijo nada, no fuimos valientes, tuvimos miedo al rechazo. No podemos pasar página, no podemos ignorar lo que hubo. Cada canción, cada estrofa, cada línea, cada palabra, cada sílaba, cada letra, cada gesto, cada encuentro, cada conversación, cada sonrisa...todo tenía un significado. Sabíamos leer entre líneas, decíamos sin decir, era suficiente. Nada ha brillado nunca tanto como mi sonrisa al descubrir que me mirabas. Nada. Nada me hacía sentir tan bien como al llegar la noche saber que estabas esperando para hablarme. Nada. Nadie me hacía sentir lo que tú conseguías con un encuentro fortuito. Nadie. Nadie conseguía  hacer que me sintiera tan especial. Nadie.
Hubiera sido perfecto, pero corríamos contrarreloj....y el reloj fue más rápido que nosotros. Nos alcanzó. Nos dejó en un punto muerto, sin poder avanzar y sin poder volver atrás. Intenté regresar al inicio, recoger mis sentimientos, reconstruirlos; pero eran más de los que imaginaba. Supuse que con el tiempo se arreglarían solos. No sabía lo equivocada que estaba. A veces parecían desaparecer, como si estuvieran dormidos; pero de repente algo me recordaba a ti y se rebelaban haciendo tanto barullo que era incapaz de oír otra cosa. Todo me recordaba a ti.
El tiempo pasa y yo sigo ignorando que estoy escribiendo en la misma página, la que tú me dejaste. Te echo de menos. Algún día me gustaría decirte todo lo que he escrito en esta especie de carta que nunca será enviada. Reconozcamos que debimos seguir el consejo mutuo que nos dimos. El que no arriesga, no gana. No lo hicimos por eso aquí sigue lloviendo sobre mojado y el suelo cada vez está más encharcado. Nosotros, necios, tan solo niños enamorados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario