30 de enero de 2013

Baúl

Es curioso las ganas que tenemos de hacernos mayores cuando somos pequeños y las ganas de volver a ser niños cuando ya lo somos. El tiempo pasa y apenas nos damos cuenta, hasta que un día decidimos mirar atrás y todo nos parece muy lejano. Quisiéramos recuperarlo, volver atrás. Todo era más sencillo. No teníamos que hacer elecciones ni por qué preocuparnos, nuestra mayor inquietud era que no nos dejaran ir al patio a jugar con los demás niños. 
Las tardes jugando, el escondite, el pilla-pilla, la pelota, los pantalones rotos, los rasguños en las rodillas, las pinturas, la cara manchada, el chocolate, los zumos, los días de playa, la bici, la cometa, el cubo, la pala, los lloros, las risas, las riñas, los abrazos, las disculpas, los cumpleaños, los amigos, Mamá y Papá....¿dónde fueron esos días?,¿qué pasó con ellos?,¿cómo hemos llegado hasta aquí?...¿Cuándo nos hicimos mayores?
Puede que nos esperen tiempos mejores o tal vez no, pero una cosa es segura: esos tiempos no volverán. Quizá ahora entendamos por qué Peter Pan nunca quiso crecer.

26 de enero de 2013

Gris

Colgada de la radio, escucho. Escucho cada nota. Cada sentimiento. Todo esconde una historia. La historia de alguien. Su historia. Tu historia. La mía.

19 de enero de 2013

La carta perdida

Seamos honestos. Nadie dijo nada, no fuimos valientes, tuvimos miedo al rechazo. No podemos pasar página, no podemos ignorar lo que hubo. Cada canción, cada estrofa, cada línea, cada palabra, cada sílaba, cada letra, cada gesto, cada encuentro, cada conversación, cada sonrisa...todo tenía un significado. Sabíamos leer entre líneas, decíamos sin decir, era suficiente. Nada ha brillado nunca tanto como mi sonrisa al descubrir que me mirabas. Nada. Nada me hacía sentir tan bien como al llegar la noche saber que estabas esperando para hablarme. Nada. Nadie me hacía sentir lo que tú conseguías con un encuentro fortuito. Nadie. Nadie conseguía  hacer que me sintiera tan especial. Nadie.
Hubiera sido perfecto, pero corríamos contrarreloj....y el reloj fue más rápido que nosotros. Nos alcanzó. Nos dejó en un punto muerto, sin poder avanzar y sin poder volver atrás. Intenté regresar al inicio, recoger mis sentimientos, reconstruirlos; pero eran más de los que imaginaba. Supuse que con el tiempo se arreglarían solos. No sabía lo equivocada que estaba. A veces parecían desaparecer, como si estuvieran dormidos; pero de repente algo me recordaba a ti y se rebelaban haciendo tanto barullo que era incapaz de oír otra cosa. Todo me recordaba a ti.
El tiempo pasa y yo sigo ignorando que estoy escribiendo en la misma página, la que tú me dejaste. Te echo de menos. Algún día me gustaría decirte todo lo que he escrito en esta especie de carta que nunca será enviada. Reconozcamos que debimos seguir el consejo mutuo que nos dimos. El que no arriesga, no gana. No lo hicimos por eso aquí sigue lloviendo sobre mojado y el suelo cada vez está más encharcado. Nosotros, necios, tan solo niños enamorados.