15 de junio de 2013

Soledades

Ella. Las lágrimas caen por su rostro de porcelana como pequeñas perlas describiendo un recorrido accidentado a través de sus hermosas facciones. Atraviesan sus mejillas, rodeándolas, como si no quisieran mojarlas, para finalmente morir en su boca. Sus labios temblorosos se tornan salados. Ella llora, pero en silencio, no quiere que nadie la oiga. Sus ojos vidriosos, cansados, están vacíos; buscan algo a su alrededor a lo que poder aferrarse, pero no consigue ver a través de la neblina que en ellos se ha asentado y desesperada abandona su lucha. Comienza a hipar. Al principio solo es un débil sollozo apenas perceptible, sin embargo poco a poco su sonoridad aumenta. Las lágrimas ya manan de sus ojos, trata de apartarlas con el dorso de las manos pero lo único que consigue es que su máscara de pestañas le manche el rostro. Sabe que tarde o temprano romperá a llorar, se conoce, últimamente le sucede a menudo. Hace un último esfuerzo por recomponerse, intentando aplazar lo inevitable. La vista se le nubla y entonces se da cuenta de que no lo conseguirá y llora. Llora hasta que no le quedan lágrimas que derramar, hasta que le duelen los pulmones. Su respiración entrecortada es lo que rompe el silencio reinante en la habitación y sigue llorando.Llora porque se siente sola.

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